El término “reparar,” cuando se utiliza para hacer referencia a la sanación de un tejido, se define como la restauración de la arquitectura y función tisular después de sufrir daños. La reparación tisular comprende dos procesos: la regeneración y el reemplazo. La regeneración se refiere a la recuperación completa del tejido dañado por medio de la desdiferenciación y diferenciación de células permitiendo que el tejido regrese a su estado normal. El reemplazo es un tipo de regeneración por medio del cual un tejido muy dañado o un tejido incapaz de regenerarse se repara por el establecimiento de tejido conectivo en la zona de la herida, proceso que regularmente conocemos como cicatrización.
El que, en determinado tejido la reparación se lleve a cabo por medio de regeneración o por medio de reemplazo depende del tipo de tejido que haya sido dañado, ya que algunos tendrán una mayor capacidad de proliferación celular que otros. En este entendido, se reconocen tres tipos de tejidos: Tejidos de división continua, tejidos quiescentes y tejidos sin división.
La capacidad de regeneración del tejido depende de las células troncales (células madre) que este pueda contener ya que este tipo de células poseen dos características especiales: Se pueden renovar a sí mismas y puede diferenciarse en otros tipos celulares.
Además de las células troncales existen otros tres tipos celulares que participan en la reparación de los tejidos: Los fibroblastos (tejido conectivo), las células endoteliales (recubrimiento interno de los vasos sanguíneos), y los macrófagos (glóbulos blancos que “devoran” materia ajena al cuerpo). En la mayoría de las heridas, el reemplazo completo del tejido herido es imposible. Por lo tanto, la herida debe curarse usando material obtenido externamente para reconectar los tejidos viables. Este proceso, implica la colocación de tejido fibroso acelular para reemplazar la región de células perdidas. El tejido fibroso es depositado por fibroblastos, que migran al área lesionada, proliferan y segregan colágeno bajo la influencia de numerosos factores de crecimiento y citoquinas (mediadores de la interacción celular). En las primeras etapas de la cicatrización de las heridas, los fibroblastos son pocos y se encuentran distantes entre sí, suspendidos junto con los nuevos vasos sanguíneos en una sustancia rosa edematosa llamada tejido de granulación. Inicialmente los nuevos vasos sanguíneos son críticos en el transporte de nutrientes y células al nuevo tejido, pero después de un tiempo, retroceden junto con los fibroblastos, dejando una cicatriz colágena que se remodela y se refuerza con el tiempo. Los macrófagos son directores esenciales de este proceso, secretando factores de crecimiento que atraen y estimulan a los fibroblastos, células precursoras endoteliales y (en heridas de la piel) queratinocitos. También supervisan la deposición y remodelación del material de la matriz extracelular.
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